
Hablar de Trotsky es, sin dudas, hablar de una época histórica marcada por la declinación del régimen social capitalista. Este período de transición hacia una nueva formación social es largo, penoso, lleno de luchas, avances y retrocesos. Así, y en el marco de esta dialéctica real entre lo universal y lo particular, entre lo cuantitativo y cualitativo, entre lo objetivo y subjetivo, sin dudas Trotsky fue uno de los teóricos que mejor interpretó nuestro tiempo.
En tempranos análisis de su país, Rusia, desarrollados ampliamente en obras como 1905 y Resultados y Perspectivas, se percibe a un joven (de 26 años) pero muy agudo militante revolucionario que, luego de un balance sobre el primer intento frustrado de revolución en Rusia, saca conclusiones de hierro:
La burguesía rusa ha demostrado su incapacidad para superar a la aristocracia, por el contrario, al ver las masas insurrectas se refugió en sus polleras. Esta clase servil a la reacción y al imperialismo ha llegado demasiado tarde como para cumplir las tareas democráticas que se le exigen. Es tarea de la clase obrera tomar el poder y completar estas demandas, en un desarrollo permanente hacia sus tareas socialistas superiores.
Como ocurre incluso hoy en Argentina y en todos los países semicoloniales del mundo, las burguesías locales tienen estrechos vínculos con el imperialismo internacional y con las clases más reaccionaria, de ahí su debilidad para enfrentarlas.
En tempranos análisis de su país, Rusia, desarrollados ampliamente en obras como 1905 y Resultados y Perspectivas, se percibe a un joven (de 26 años) pero muy agudo militante revolucionario que, luego de un balance sobre el primer intento frustrado de revolución en Rusia, saca conclusiones de hierro:
La burguesía rusa ha demostrado su incapacidad para superar a la aristocracia, por el contrario, al ver las masas insurrectas se refugió en sus polleras. Esta clase servil a la reacción y al imperialismo ha llegado demasiado tarde como para cumplir las tareas democráticas que se le exigen. Es tarea de la clase obrera tomar el poder y completar estas demandas, en un desarrollo permanente hacia sus tareas socialistas superiores.
Como ocurre incluso hoy en Argentina y en todos los países semicoloniales del mundo, las burguesías locales tienen estrechos vínculos con el imperialismo internacional y con las clases más reaccionaria, de ahí su debilidad para enfrentarlas.
En un nuevo ascenso de masas, en febrero de 1917, la burguesía y pequeño-burguesía rusas se ven superadas por la clase obrera y campesina, quienes esta vez sí derriban el régimen zarista. Pero a los explotados les faltó madurez para imponer su propio gobierno y su lugar fue ocupado por los Mencheviques, partido representante de la pequeño-burguesía. Este sector no puede, por sus limitaciones de clase, desafiar el orden existente ni terminar con la guerra. Las masas se impacientaban y, tal como Trotsky había teorizado, era fundamental la toma del poder por los trabajadores, verdaderos antagonistas del régimen capitalista que tantas penurias había llevado a Rusia.
Ante esta situación y saldadas las divergencias entre Lenin y Trotsky, este último ingresa al partido del primero (el bolchevique) en Mayo de 1917, 5 meses antes de la revolución obrera dirigida por esta organización. Lenin se vuelca, a diferencia de la vieja guardia bolchevique, hacia la visión dialéctica del autor de 1905. Tiempo después y una vez en el poder, el líder del primer Estado Obrero de la historia diría: “Una vez ingresado en el partido no hubo mejor bolchevique que Trotsky”. Y es que se vuelve difícil imaginar la revolución rusa sin él: su rol como agitador, su liderazgo en el Soviet de Petrogrado (del cual se hizo cargo nuevamente luego de 12 años de exilio en Siberia), la organización del Ejército Rojo (el cual enfrentó a 15 ejércitos imperialistas empeñados en que el ejemplo ruso fracasara), son cualidades difíciles de igualar.
Trotsky y los bolcheviques siempre supieron que sin la internacionalización del proyecto ruso, el socialismo era imposible debido a: las presiones políticas y económicas del capitalismo mundial por un lado, y por el carácter semifeudal y poco industrializado de Rusia por el otro. Necesitaban apoyo externo, pero las derrotas de la revoluciones en Europa y Asia dejaron aislada y expuesta a la débil República de los Soviets…
En La Ideología Alemana, Marx y Engels ya señalaban que la premisa para el socialismo es un desarrollo tal de las fuerzas productivas que permitiera que se acabaran las luchas por la supervivencia individual y la explotación. Sin este requisito, cualquier proyecto socialista degeneraría por sus contradicciones internas. Rusia fue lamentablemente la expresión más acabada de este pensamiento. El hambre, el atraso, la guerra civil, la muerte de Lenin, las invasiones, pero sobre todo el fracaso de la revolución en otros países, sentaron las bases materiales para la emergencia de una casta burocrática que lentamente fue monopolizando los hilos del Estado Obrero. Los mejores bolcheviques murieron en ese tiempo: a un grupo los mató la guerra, a el otro los mató la burocracia dirigida por J. Stalin.
Trotsky dio una fortísima lucha teórica y política contra esta degeneración, pero su voz no tuvo el eco suficiente, las masas rusas estaban exhaustas como para dar una nueva lucha. En 1933 es expulsado de Rusia y acusado de traidor.
p/d: La segunda parte sigue mañana...
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