domingo, 28 de marzo de 2010

Hay hombres tras la historia, quisieron desaparecer a 30.000...no pudieron.


...por que el que lucha es siempre el cuerpo

Ávido el ojo busca donde posarse, necesita una señal, una canción. Quiere derramarse como sea y terminar en el suelo después de la mejilla...Pero tiene miedo, también, no solamente, tiene miedo. Semejante entrega lo proyecya en los demás de formas que no puede controlar, lo imaginan como quieren, lo piensan y despiensan a voluntad profunda, oscura, mezquina...o eso piensa.

El día 24 lo sorprende como si hubiese estado dormido, el mundo también se le impone, esto no es una cuestión de uno.

La bandera lo concentra con ondular bravura, le inyecta de dureza la mirada. La compañera que la mueve frenéticamente entona unas palabras que le ponen a tronar el corazón. "Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar". El calor de las columnas y el palpitar de la multitud eferveciente son guías sin palabras,sin pergaminos ni mandamientos.

Ahora son dos los ojos por derramarse...los mellisos de lagrimas reprimidas intentan encontrar distracción...están rodeados. Son parte de la historia, de la suya. Jamás conocieron, ni lo harán, a las 30.000 personas desaparecidas...Jamás fueron torturados, ni siquiera testigos de tan repugnante acto. Pero estos ojos absorven la historia como si esto fuera posible, de una manera irreal, con un detalle y profundidad que colman el entendimiento, lo desbordan.

La represión sabe del lugar, de la clase, del color, del género...(la resistencia)
Paso a paso los compañeros se apoyan mutuamente se comprenden en la experiencia de la lucha. El compañero es ahí la seguridad más grande, le entrega última, absoluta.

Se detiene la marcha, los bombos no cesan.

Los ojos llegan por fin, a un lugar donde las lagrimas se harán esperar, dándole espacio a la rabia sedienta. El azul oscuro y la parada amenazante, vigilante de quienes tienen el dercho de quitar derechos,es el blanco. Los uniformados vayaron la Belgrano, y nos miran con asco, con bronca e incomprensión.

Cuatro cuadras de banderas y bombos, de fotos y cantos, cuatro cuadras de "Nunca Más" y de "Basta Ya", para que los cobani no entiendan ni medio.

Entre todo el tumulto de gente, los gritos y los repiques de redoblante, se alcanza a escuchar: "Son todos asesinos los milicos del proceso". Los compañeros de la retaguardia venían con la garganta entonada.

Se reanuda el movimiento, el sol que agoniza con un dejo de belleza completa la postal viva, perpetúa los cuerpos en sus sombras. A contraluz, las caras de los oficiales desaparecen, como sus almas oscuras, ante la luz no pueden resistir y se escabuyen.

La marcha gira por la Güemes, pasa por donde hace dos meses la policía reprimióa los asambleístas que militaban en contra del aumento del boleto. Los cuerpos recuerdan la represión con extremecimientos casi imperceptibles, saben que esa posibilidad ha quedado abierta como una herida por donde la igualdad se congela, donde los sueños se pierden y por donde la revolución se desangra. Los más intrépidos se encríspan, se violentan ante la impotencia, casi se escucha el revelador color oscuro al unísono pensado: "la policía les dá seguridad a unos pocos, la seguridad de seguir siendo ricos".

Lo inabarcable de lo finito

La ciudad tal vez está repleta de calles y rincones donde se ha reprimido en algún momento. La historia colapsaría sobre sí misma si tan solo intentásemos abarcar toda la inmensidad histórica de la represión fascista de los estados nacionales. Pero nosotros, los pueblos del mundo en clara resistencia, debemos intentar que todas las historias tengan su lugar; que la explotación, exclusión y represión sucumban antela implacable voluntad revolucionaria.

Todavía

Las columnas de compañeros doblan por la mitre, se aproximan al final de la marcha entre la perplejidad que asoma ante la cantidad de concurrentes y la agónica bronca que queda de la impotencia cuando se sabe que un luchador todavía puede "desaparecer".
Sin apuros de talla trascendental a los destinos humanos, llegan a la plaza acompañados de los extertores de una soleada jornada cargada de emociones y reflexiones. Se acomoda el micrófono y se dá la lista de oradores para organizar la palabra. Uno a uno los compañeros, en representación de las fuerzas a las cuales pertenecen, suben las escalinatas de los mástiles de la plaza y pronuncian las palabras que eligieron, que consideran necesarias y correctas.

Ellos y nosotros. Por que estamos aquí (el `76 también es hoy.)

Salvo un que otro auto-extraviado de la historia, salvo un que otro desvergonzado político de palabras elegantes y argumentos vacuos,salvo un que otro exagerado orador que confunde la patria, a Perón y la democracia con la libertad, la justicia, el bien común y la igualdad, todos llegan, de maneras distintas, a entender al régimen capitalista, patriarcal, occidental y fascista, como el responsable último y primero de la dictadura que nos arrebató la posibilidad de conocer a 30.000 compañeros, que nos arrebató la revolución y transformación social que terminaría con los privilegios e imposiciones de unos pocos sobre otros muchos. La dictadura argentina, así como todas las dictaduras latinoamericanas, tuvo ese objetivo: conservar la patria desigual que se forjó hace 200 años, la cual todos los que vinieron a gobernar, de diferentes formas, intentaron preservar.

Nadie sabe bien, pero lo presentimos...

Nadie sabe cuantas personas, cuantas voluntades, cuantas almas están aquí, nadie sabe bien cómo...en esta tarde noche de comunión militante. Tal véz son más de 500, tal véz menos. Tal véz con mucho esfuerzo y pasión...Pero algo ineludible son los cuerpos que se dejan hundir en la alegría colectiva que multiplica. La de quienes reviven de una muerte en vida, la de quienes estuvieron sedados pero comienzan a intuir los vientos de transformación desde lo más profundo de nuestras historias, desde las esquinas y los chicos, desde las palabras y las palas...desde una mano alzada en pública democracia hasta una barricada en franca lucha.
Pocas son las cosas que nos pueden hechar atrás ahora, solo queda por delante la liberación, se dicen los cuerpos con total naturalidad, como si las palabras ya no hicieran falta.

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