Murió el doctor cordobés radicado en Cuba Alberto Granado, el entrañable amigo del Che Guevara, conocido por haberlo acompañado en su travesía en motocicleta por América Latina. Dicho periplo fue ampliamente documentado y difundido, incluyendo la Película “Diarios de Motocicleta”, en la que Granado es interpretado por el actor argentino Rodrigo de la Serna.
Pero la historia no terminó ahí: En 1960, cuando los amigos se reencuentran en la Cuba revolucionaria, Granado se responsabiliza de recomponer el sistema de salud cubano luego de la revolución. Es que, al igual que todos los medios de producción y servicios del Estado, la salud estaba controlada por funcionarios y médicos ligados a las clases acomodadas que, al iniciarse la revolución, emigraron o boicotearon continuamente la posibilidad de reestructurar un régimen social sobre nuevas bases; Granado, (en cambio) defendió la revolución cubana a capa y espada. Y reclutó a los mejores especialistas para la causa, además de realizar diversos aportes en Genética y convertir a la medicina cubana en un ejemplo para el mundo.
Granado nunca fue un socialista: apoyó acríticamente tanto a la Cuba revolucionaria como a gobiernos nacionalistas burgueses y de Frente Popular totalmente claudicantes como el de Cámpora y Allende. Su línea política ambigua, su voluntarismo ciego y la desmoralización que le produjo la decadencia de una revolución aislada y atacada por el imperialismo, lo llevaron a tener posiciones cada vez más conservadoras. De visita por Salta hace 3 años llegó a decir que el Che estaría contento de vivir en un continente con gobiernos como los de Lula, Chávez, Correa y Kirchner. Presentó su libro en un acto junto al vaciador del municipio capitalino, Miguel Isa y rebautizó en Barrio San Antonio una calle que ahora lleva el nombre “Dr Ernesto Guevara”. En ese acto dijo que el Che es inimitable y que si estuviera vivo recorrería las casas de las familias velando por su bienestar y salud.
Es difícil creer que un revolucionario de la talla de Guevara sería hoy un viejito bonachón que recorre las villas de Salta apoyando a pagadores seriales de la deuda externa como nuestros gobiernos latinoamericanos. Por otro lado, al mostrar a Guevara como una persona “única” e “irrepetible”, los homenajes “de izquierda” en los que Granado participó intentan dejarnos el mensaje de que la lucha por la transformación social es una reliquia de pátina de cera vieja perdida en el pasado.
Pero las ironías de la historia hicieron que la calle Guevara fuera una de las zonas más inundadas en la lluvia que azotó Salta a fines de Enero. El viejo canal 16 de setiembre colapsó. Y, no por la inclemencia de la naturaleza; sino por la desinversión de la intendencia. A tan sólo unas cuadras del lugar donde Granado estuvo, las familias de Ceferino perdieron todo y hace unos días fueron reprimidos por el Gobierno de Urtubey e Isa por reclamar que llegaran a destino los escasos recursos que la comuna les otorgó pero que los punteros del Isismo se guardaron. La calle Guevara no es símbolo de un sueño irrepetible sino de luchas totalmente actuales y acuciantes.
Sin embargo, y más allá de sus fallas y retrocesos políticos, es indudable que Granado es una persona que merece un reconocimiento por su labor y por haber sido el primero en creer en las potencialidades de un luchador. Con ese optimismo de sus años de juventud debemos confiar en que donde haya una injusticia o un atropello, se generan las condiciones para la emergencia de nuevos revolucionarios. Acompañemos entonces a la juventud que en Túnez, Libia, Bolivia o Barrio Ceferino emprenden el camino de la lucha hasta la victoria.
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